The Path, volumen 1, octubre 1886, What is the "Theosophical Society"? – F. Hartmann
¿QUÉ ES LA "SOCIEDAD TEOSÓFICA"?
UNA OPINIÓN SOBRE LO QUE DEBERÍA SER
[por un miembro.]
A menudo, personas desconocidas que han escuchado algunos relatos sobre las acciones de los Teósofos me preguntan: ¿Qué es la Sociedad Teosófica y cuál es su propósito? Algunos creen que es una secta en la que no se permite ninguna opinión a menos que sea aprobada primero por ciertos "Cuarteles Generales" o "Juntas de Control"; otros creen que es una escuela de ocultismo y brujería; otros piensan que es una nueva forma de budismo que se presenta bajo algún disfraz para derrocar al cristianismo, mientras que algunos de los que no pertenecen a la iglesia cristiana sospechan que es un esfuerzo por difundir doctrinas cristianas entre ellos vistiéndolas con una forma nueva y más aceptable. Casi todos estos inquisidores ven en la Sociedad Teosófica sólo un espantajo, y hay todo tipo de opiniones, excepto la correcta, prevaleciendo sobre ella.
A todas esas objeciones sólo puedo responder mostrando las "Reglas de la Sociedad Teosófica" impresas, donde bajo el título "Objetivos de la Sociedad", dice: "La Sociedad no representa ningún credo religioso en particular, no interfiere con la casta de nadie, es completamente asectaria e incluye profesores de todas las fes". Esto suena tan hermoso que las personas que han estado acostumbradas toda su vida a aferrarse a credos y dogmas y "autoridades reconocidas" son incapaces de creer que pueda ser verdad. Además, los objetores han oído hablar de "Juntas de Control", de "Órdenes Presidenciales", de "Órganos Oficiales", etc., y todas estas cosas tienen tal aire de sectarismo, que parecen ser apenas compatibles con el espíritu de libertad, tan proclamado en voz alta por la Sociedad Teosófica. Se pregunta: ¿Qué tiene que controlar una "Junta de Control"? ¿Quién hace cumplir la obediencia a las órdenes presidenciales? ¿Promulga el órgano oficial los dogmas de la secta; y si no, entonces, ¿cuál es el uso de estas cosas? Por lo tanto, parece tiempo de que una vez más consideremos qué es la Sociedad Teosófica, o qué debería ser.
Debe ser evidente para todo amante de la verdad que, por muy grande que sea el progreso que la civilización moderna haya hecho en cuanto al bienestar material y temporal del hombre, el mundo aún está lejos de haber alcanzado la perfección física, intelectual, moral y espiritual. La enfermedad y el crimen, el sufrimiento y la muerte, la pobreza, la tiranía y la ignorancia todavía existen, y aunque hay muchos cuerpos organizados, cuyo propósito es hacer el bien y curar los males de la humanidad, la mayoría de esos cuerpos están obstaculizados hasta cierto punto por antiguas creencias, usos, credos y supersticiones, su actividad no es suficientemente libre, porque sus opiniones no son libres; pueden beneficiar a cierta clase de humanidad, pero no a toda la humanidad; tal vez conocen una parte de la verdad, pero no toda; su caridad se extiende sobre un pequeño círculo, pero no sobre todo el mundo. La raíz de todo mal es la ignorancia, con sus hijos, la superstición, el miedo, el crimen y la enfermedad; el único remedio contra la ignorancia es difundir el conocimiento de la verdad.
En todo momento ha habido hombres y sociedades dispuestos a difundir lo que creen que es la verdad, por todos los medios que estaban a su alcance, ya fueran justos o injustos; ha habido personas dispuestas a imponer sus opiniones respecto a la verdad a los demás, por el poder de la espada, la hoguera, el potro y el fuego; pero la verdad no puede difundirse de esta manera. El conocimiento real de lo bueno, lo bello y lo verdadero solo se puede alcanzar obteniendo el conocimiento de uno mismo, y el conocimiento de uno mismo debe crecer en cada individuo en el curso de su desarrollo. No se puede implantar por otros ni forzarse en otro, al igual que no se puede hacer crecer un árbol tirando de su tronco. El objetivo del verdadero Teósofo es, por lo tanto, alcanzar el autoconocimiento y emplear el conocimiento que posee, para el propósito de lograr el mayor bien.
Quizás no haya un solo país sobre la faz de la tierra en el que no se pueda encontrar un número de personas que deseen obtener autoconocimiento, encontrar la verdad mediante una investigación libre y sin restricciones, y emplear su conocimiento para el beneficio de la humanidad. Hay personas que desean ver el verdadero progreso en lugar de la estancación, el conocimiento en lugar de opiniones aceptadas pero aún dudosas, la sabiduría en lugar de la sofistería, el amor y la benevolencia universales en lugar del egoísmo. Tales hombres y mujeres pueden encontrarse aquí y allá, y cada uno actúa de la manera que considera mejor. Algunos trabajan mediante la escuela, otros mediante el púlpito; algunos enseñan ciencia, otros influyen en el sentido de lo bello y verdadero con sus obras de arte, otros hablan el poderoso lenguaje de la música: pero los más avanzados de estos dan un ejemplo a los demás con su propia conducta cristiana en los asuntos de la vida cotidiana.
La gran mayoría de esas personas, interesadas en el bienestar de la humanidad, viven aisladas aunque puedan residir en ciudades abarrotadas; pues encuentran pocos que compartan su modo de sentir y pensar y que tengan objetivos idénticos en vista. A menudo viven en comunidades donde poco más que el egoísmo, la avaricia por hacer dinero o tal vez el fanatismo y la superstición se encuentran. Están aislados y sin el apoyo de aquellos que simpatizan con sus ideas; porque aunque un principio universal une a todos aquellos que tienen el mismo objetivo en mente, aún así sus personas son desconocidas entre sí y rara vez encuentran medios para el intercambio mutuo y la comunicación de pensamientos.
Ahora supongamos que en cada país se estableciera un centro de comunicación, mediante el cual tales personas pudieran entrar en contacto entre sí, y que en cada uno de estos centros se estableciera un periódico o diario, mediante el cual tales personas pudieran intercambiar sus pensamientos; — no un centro desde el cual se dispensara la sabiduría suprema y desde el cual se distribuyeran dogmas para los creyentes acríticos; sino un centro a través del cual el pensamiento de los miembros de la sociedad pudiera fluir libremente; y podríamos entonces tener una "Sociedad Teosófica" ideal. Tal centro se asemejaría a una central telefónica a la que se extienden todos los diferentes cables, y requeriría un servidor de confianza en la oficina para conectar los cables y atender los asuntos externos relacionados con los asuntos de la oficina; pero si tal "operador telefónico" intentara interferir con los mensajes que circulan por los cables, y asumir la autoridad para decir qué tipos de opiniones deberían ser transmitidas y qué mensajes deberían ser suprimidos; si él asumiera el papel de un dictador y permitiera solo aquellos mensajes que estuvieran en armonía con sus propias ideas; entonces el objetivo del centro de comunicación no serviría de nada: volveríamos a tener dictados papales y órdenes presidenciales en lugar de libertad de pensamiento y expresión, y habría un fin al objetivo y propósito de la sociedad.
Pero por otro lado, si se permitiera que cada mente inmadura tuviera sus efusiones impresas a expensas de la sociedad, y enseñara cosas que tal vez unos meses después, habiendo aprendido a conocer mejor, lamentaría pensar que alguna vez vieron la luz, tal proceder desacreditaría a la sociedad y sería, además, totalmente impracticable.
Nuestro "operador telefónico" debería ser, por lo tanto, una persona poseedora de la mayor circunspección y discriminación, y aunque nunca debería interferir con la expresión de ninguna opinión, no importa cuánto se oponga esta última a su propia opinión, al mismo tiempo debería tener permitido reducir los mensajes enviados por sus cables a ciertos límites y presentarlos, si es necesario, en una forma más adecuada.
En cuanto a la libertad de expresión, sería una absurdidad si tal sociedad intentara prescribir a cualquiera de sus miembros qué tipo de opiniones o dogmas debería expresar; porque cualquiera que sea la opinión que pronuncie, nunca podría ser considerada como las opiniones de la sociedad en su conjunto; pues la sociedad como tal "no representa ningún credo en particular" y "es completamente asectaria". Si a pesar de esta solemne afirmación alguien elige creer que las opiniones expresadas públicamente por un miembro de la sociedad representan el credo de la sociedad, tal circunstancia desafortunada solo puede deplorarse, pero no causará ningún daño grave. Por otro lado, si un "presidente" o una "junta de control" intentaran presidir cosas más importantes que simplemente las reuniones de los miembros, y si una "junta de control" intentara controlar la conciencia y las opiniones de los miembros en lugar de simplemente ejercer su control sobre los asuntos externos de la Sociedad: y si un "órgano oficial" intentara postular lo que debería y lo que no debería ser creído por los miembros de la sociedad, tal proceder estaría en directa oposición al espíritu, el objetivo y el propósito de esa sociedad, y en contradicción con los principios sobre los cuales fue fundada: y mientras que debería ser el objetivo de todo amante de la verdad asistir en el crecimiento de una verdadera "Sociedad Teosófica", y mantener su pureza de principio, también debería ser su objetivo sofocar en el germen todo lo que se opone a la libertad y la libertad de expresión.
Ruego a cada miembro de la Sociedad Teosófica que considere bien estos puntos, porque de su consideración y decisión depende la solución de la cuestión, si la Sociedad Teosófica terminará en una farsa, o si será el gran movimiento que se pretendía que fuera.