Una nube de trueno con revestimiento de plata

 The Theosophist volumen1, noviembre 1879, A Thunder Cloud with Silver Lining



UNA NUBE DE TRUENO, CON REVESTIMIENTO DE PLATA




"Todo llega a su debido tiempo para aquel que sabe esperar", dice el proverbio. El pequeño grupo de teósofos de Nueva York, que llegó a Bombay hace ocho meses, apenas había disfrutado del amistoso saludo de los nativos cuando recibió el más inmerecido y amargo insulto de una acusación de intriga política, seguida de una lluvia de insultos y calumnias. Habíamos venido con las mejores y más puras intenciones, por utópicas, exageradas e incluso inoportunas que pudieran parecer a los indiferentes. Pero ¡he aquí! ¿quién ha "creído en nuestro informe"? Como Israel, el alegórico hombre de dolor de Isaías, nos vimos sin culpa "contados con los transgresores" y "molidos por las iniquidades" de uno por cuya raza habíamos venido a ofrecer nuestro granito de trabajo, y estábamos dispuestos a dedicar nuestro tiempo y nuestras propias vidas. Este, cuyo nombre nunca debe contaminar las columnas de este diario, nos mostró su gratitud advirtiendo a la policía que habíamos venido con algún oscuro propósito político, y acusándonos de ser espías -es decir, lo vil de lo vil- los matones del sistema social. Pero ahora, cuando el último trueno del monzón se aleja, nuestro horizonte también se despeja de sus oscuras nubes. Gracias a las nobles y desinteresadas ediciones de un amigo inglés en Simla, el asunto ha sido llevado ante Su Excelencia, el Virrey. La secuela se cuenta en el Allahabad Pioneer, del 11 de octubre, de la siguiente manera:



"Se recordará que a principios de este año, sus sentimientos fueron profundamente heridos con ocasión de un viaje que hicieron al interior del país por un espionaje insultante puesto en marcha contra ellos por la policía. Parece ser que alguna calamidad infundada les había precedido hasta este país, y que la policía dio una interpretación muy torpe a ciertas órdenes que recibieron del Gobierno con respecto a los recién llegados. Sin embargo, desde entonces el tema ha sido llevado especialmente a la atención del Virrey, y, convencido de que los teósofos fueron mal representados en primera instancia, ha dado órdenes formales, a través del Departamento Político, en el sentido de que ya no serán objeto de interferencia".

Desde el fondo de nuestros corazones agradecemos a su señoría por haber borrado con una sola palabra la vil mancha de nuestra reputación. Damos las gracias a Lord Lytton más que al Virrey, al caballero que se apresuró a reparar un error que el Virrey podría haber pasado por alto. El alto funcionario no ha hecho sino un acto de justicia, y no habría sido del todo culpable si, bajo la presión temporal de un trabajo político de la mayor importancia, lo hubiera aplazado hasta las calendas griegas. Nos encanta sentir que tenemos esta deuda de gratitud con el hijo de alguien cuyo recuerdo será siempre claro y sagrado para el corazón de todo verdadero teósofo; con el hijo del autor de "Zanoni", "A Strange Story (Una Historia Extraña)", "The Coming Race (La Raza Venidera)" y "House, and the Brain (La Casa y el Cerebro)"; alguien que ocupaba un lugar más alto que cualquier otro en el reducido número de escritores místicos genuinos, porque sabía de lo que hablaba, que es más de lo que puede decirse de otros escritores en este departamento de la literatura. Una vez más, damos las gracias a Lord Lytton (N.d.T: Edward George Earle Bulwer-Lytton) por haber incitado al Virrey.



Y ahora, por última vez en estas columnas, como esperamos, diremos algunas palabras más en referencia a esta triste página en la historia de nuestra Sociedad. En primer lugar, deseamos agradecer a los muchos amigos de fuera, así como a los miembros de la Sociedad Teosófica, quienes, a pesar del peligro de asociarse con extraños tan condenados al ostracismo (destierro), se mantuvieron fieles a nosotros durante la larga prueba, despreciando abandonarnos incluso a riesgo de perder su empleo o de deshonra personal. Honor a ellos; con mucho gusto, si se nos permitiera, escribiríamos sus nombres para información de nuestros compañeros occidentales. Pero nunca podremos olvidar, por otra parte, los dos o tres casos de deserción vergonzosa y cobarde que se han producido. Eran de los que más habían hablado, de los que habían protestado en voz más alta su devoción inmutable y eterna hacia nosotros; de los que nos llamaban "hermanos" cercanos y queridos a sus corazones; de los que nos habían ofrecido sus casas, sus carruajes y el contenido de sus carteras, si tan sólo los aceptábamos, cosa que no hicimos. A la primera sospecha de que un rumor ocioso pudiera convertirse en realidad, fueron los más rápidos en abandonarnos. Uno en especial, cuyo nombre nos abstendremos de mencionar, aunque tendríamos perfecto derecho a hacerlo, actuó con nosotros de la manera más vergonzosa. A la primera insinuación de un superior oficial, acobardado como un sabueso azotado ante un peligro más imaginario que real, se apresuró a repudiar no sólo a sus "hermanos", sino incluso a negar rotundamente la más remota conexión con la Sociedad Teosófica, ¡y publicó llamativamente este repudio en un periódico anglo-vernacular! (#)



No tenemos nada que decirle, pero como lección para aquellos que en el futuro quieran imitarlo, citaremos estas palabras de un caballero inglés (no el más bajo entre los funcionarios del Gobierno) que desde entonces se ha unido a nuestra Sociedad, quien nos escribe en referencia a este personaje:



"Si yo fuera usted, bendeciría a mis estrellas porque semejante chivato abandonó nuestra Sociedad por su propia voluntad antes de que nos tomara la molestia de expulsarlo. Falsus in uno, falsus in omnibus.




Un Compañero que, después de prometer su palabra de honor* para proteger los intereses de su Sociedad, 'también el honor de un Hermano Compañero', incluso 'a riesgo de su vida', (Reglas, Art. II.) En toda su búsqueda de palabras fuertes para lanzar contra ella, nuestros enemigos nunca pensaron en acusar a la Sociedad Teosófica de albergar y honrar a criminales.


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* La Sociedad Teosófica no exige juramentos, ya que considera que no hay promesa más vinculante que la palabra de honor. - Ed.

# (N.d.T) anglo-vernáculo (adjetivo): uso tanto de inglés como de una lengua vernácula local, utilizado especialmente en escuelas de India, Birmania y Ceilán durante el período del dominio británico.

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