Titulo Original: Psychic and Noëtic Action y se puede leer haciendo click en el siguiente enlace aquí.
Nota: Los únicos cambios que se le han hecho al texto original traduciéndolo al español, fueron las notas que aparecen al final de este mismo en su versión original; Las cuales ahora se han puesto en sus respectivos lugares para facilitar una mejor lectura y estudio.
Acción psíquica y noética
Artículo de H. P. Blavatsky
I
"...Yo hice al hombre justo y recto,
Suficiente para haber permanecido, aunque libre para caer,
Así creé todos los poderes etéreos
Y espíritus, tanto los que se mantuvieron como los que fracasaron,
En verdad, permanecieron los que permanecieron, y cayeron los que cayeron..."
- MILTON
"...La suposición de que la mente es un ser real, que puede ser actuado por
el cerebro y que puede actuar sobre el cuerpo a través del cerebro, es la única
compatible con todos los hechos de la experiencia".
- GEORGE T. LADD, en The Elements of Physiological Psychology.
Una NUEVA influencia, un soplo, un sonido - "como de un viento impetuoso"- ha invadido repentinamente algunas cabezas teosóficas. Una idea, vaga al principio, creció con el tiempo en una forma muy definida, y ahora parece estar trabajando muy activamente en las mentes de algunos de nuestros miembros. Es la siguiente: si queremos hacer conversos, las pocas enseñanzas ex-ocultistas, que están destinadas a ver la luz de la publicidad, deben hacerse, en lo sucesivo, más subordinadas a la ciencia moderna, si no totalmente en armonía con ella. Se insiste en que la llamada cosmogonía esotérica 1 (o esotérica tardía), la antropología, la etnología, la geología, la psicología y, sobre todo, la metafísica -habiendo sido adaptadas para rendir obediencia al pensamiento moderno (por lo tanto, materialista), nunca deberían contradecir (no abiertamente, en todo caso) a la "filosofía científica". Esta última, suponemos, significa los puntos de vista fundamentales y aceptados de las grandes escuelas alemanas, o del Sr. Herbert Spencer y algunas otras estrellas inglesas de menor magnitud; y no sólo éstos, sino también las deducciones que pueden ser extraídas de ellos por sus discípulos más o menos instruidos.
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1. Decimos "supuestamente" porque nada de lo que se ha divulgado públicamente o impreso puede calificarse ya de esotérico.
Una gran empresa, en verdad; y una, además, en perfecta conformidad con la política de los casuistas medievales, que distorsionaban la verdad e incluso la suprimían, si chocaba con la Revelación divina. Inútil decir que rechazamos el compromiso. Es muy posible -más aún, probable y casi inevitable- que "los errores cometidos" en la interpretación de principios metafísicos tan abstrusos como los contenidos en el Ocultismo Oriental, sean "frecuentes y a menudo importantes". Pero todos ellos deben ser atribuidos a los intérpretes, no al sistema en sí. Deben ser corregidos sobre la autoridad de la misma Doctrina, verificados por las enseñanzas cultivadas en el rico y firme suelo de Gupta Vidya, no por las especulaciones que florecen hoy, para morir mañana, sobre las arenas movedizas de las conjeturas científicas modernas, especialmente en todo lo que se relaciona con la psicología y los fenómenos mentales. Aferrados a nuestro lema: "No hay religión más elevada que la verdad", nos negamos rotundamente a complacer a la ciencia física. Sin embargo, podemos decir lo siguiente: Si las ciencias llamadas exactas limitasen su actividad únicamente al dominio físico de la naturaleza; si se ocupasen estrictamente de la cirugía, de la química -hasta sus límites legítimos- y de la fisiología -en la medida en que esta última se relaciona con la estructura de nuestro armazón corpóreo-, entonces los Ocultistas serían los primeros en buscar ayuda en las ciencias modernas, por muchos que fuesen sus desatinos y errores. Pero una vez que los fisiólogos de la escuela "animalista "2 moderna, sobrepasando la Naturaleza material, pretenden inmiscuirse en las funciones y fenómenos superiores de la mente y dictar ex cathedrâ dicta sobre ellos, diciendo que un análisis cuidadoso les lleva a la firme convicción de que el hombre no es más que el animal un agente libre, y mucho menos responsable, entonces el Ocultista tiene mucho más derecho que el "Idealista" moderno medio a protestar. Y el Ocultista afirma que ningún materialista -un testigo prejuiciado y parcial en el mejor de los casos- puede reclamar autoridad alguna en la cuestión de la fisiología mental, o eso que ahora él llama la fisiología del alma. No puede aplicarse tal sustantivo a la palabra "alma", a menos que, de hecho, por alma sólo se entienda la mente inferior, psíquica, o la que se desarrolla en el hombre proporcionalmente con la perfección de su cerebro) en intelecto, y en el animal en un instinto superior. Pero desde que el gran Charles Darwin enseñó que "nuestras ideas son movimientos animales del órgano de los sentidos" todo se hace posible para el fisiólogo moderno.
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2. "Animalismo" es una palabra bastante apropiada para usar (quienquiera que la haya inventado), en antitesis con el término “animismo” del señor Tylor, el cual lo aplicó a todas las “Razas Inferiores” de la humanidad, las cuales creían que el alma es una entidad distinta. Según él: las palabras psyche, pneuma, animus, spiritus, etc., pertenecen todas al mismo ciclo de superstición en los “estados inferiores de civilización.” Además, el profesor A. Bain, nombra estas distinciones como una “pluralidad de almas” y un “doble materialismo.” Esto es aún más curioso ya que el erudito autor de “Mind and Body”, habla de manera muy denigrante acerca del “materialismo” de Darwin en “Zoonomía”, obra en la cual el fundador de la Evolución moderna define la palabra idea como un “movimiento de contracción o configuración de las fibras que constituyen el inmediato órgano de la sensación.” (“Mind and Body”, pag. 190, Nota).
Así, para gran angustia de nuestros compañeros científicamente inclinados, es una vez más el deber de Lucifer (Revista) mostrar hasta qué punto estamos en desacuerdo con la ciencia exacta, o digamos, hasta qué punto las conclusiones de esa ciencia se están alejando de la verdad y de los hechos. Por "ciencia" entendemos, por supuesto, la mayoría de los hombres de ciencia; la mejor minoría, nos complace decir, está de nuestro lado, al menos en lo que concierne al libre albedrío en el hombre y a la materialidad de la mente. El estudio de la "Fisiología" del Alma, de la Voluntad en el hombre y de su Conciencia superior desde el punto de vista del genio y de sus facultades manifiestas, no puede nunca resumirse en un sistema de ideas generales representadas por breves fórmulas; no más de lo que la psicología de la naturaleza material puede tener sus múltiples misterios resueltos por el mero análisis de sus fenómenos físicos. No existe un órgano especial de la voluntad, como no existe una base física para las actividades de la autoconciencia.
"Si se plantea la cuestión de la base física de las actividades de la autoconciencia, no puede darse ni sugerirse respuesta alguna... Por su propia naturaleza, ese maravilloso actus verificador de la mente en el que reconoce los estados como propios, no puede tener un sustrato material análogo o correspondiente. Es imposible especificar cualquier proceso fisiológico que represente este actus unificador; es incluso imposible imaginar cómo la descripción de cualquier proceso de este tipo podría ponerse en relación inteligible con este poder mental único".3
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3. PhysSologicol Psychology. etc., p. 545, por George T. Ladd, Profesor de Filosofía en la Universidad de Yale.
Así, todo el cónclave de psicofisiólogos puede ser desafiado a definir correctamente la Conciencia, y están seguros de fracasar, porque la Autoconciencia pertenece sólo al hombre y procede del SER, el Manas superior. Sólo que, mientras que el elemento psíquico (o Kama-manas) 4 es común al animal y al hombre -su grado mucho más elevado de desarrollo en este último se debe únicamente a la mayor perfección y sensibilidad de sus células cerebrales-, ningún fisiólogo, ni siquiera el más inteligente, podrá jamás resolver el misterio de la mente humana, en su más alta manifestación espiritual, o en su doble aspecto de lo psíquico y lo noético o lo manásico),5 o incluso comprender las complejidades de la primera en el plano puramente material, a menos que sepa algo y esté preparado para admitir la presencia de este elemento dual. Esto significa que tendría que admitir una mente inferior (animal) y una superior (o divina) en el hombre, o lo que en Ocultismo se conoce como los Yoes "personal" e "impersonal". Pues, entre lo psíquico y lo noético, entre la personalidad y la individualidad, existe el mismo abismo que entre un "Jack el Destripador" y un santo Buda. A menos que el fisiólogo acepte todo esto, decimos, siempre será conducido a un callejón. Nos proponemos demostrarlo. Como todos saben, la gran mayoría de nuestros doctos "Didymi" rechazan la idea del libre albedrío. Ahora bien, esta cuestión es un problema que ha ocupado las mentes de los pensadores durante siglos; todas las escuelas de pensamiento y las formas más rebuscadas han cortado el nudo gordiano para siempre. Para ellos el sentimiento de libre albedrío personal es un error, una ilusión, "la alucinación colectiva de la humanidad". Esta convicción parte del principio de que no hay actividad mental posible sin cerebro, y que no puede haber cerebro sin cuerpo. Como este último está, además, sujeto a las leyes generales de un mundo material donde todo se basa en la necesidad, y donde no hay espontaneidad, nuestro moderno psicofisiólogo tiene nolens. volens que repudiar cualquier autoespontaneidad en la acción humana. Aquí tenemos, por ejemplo, a un profesor de fisiología de Lausana, A. A. Herzen, para quien la afirmación del libre albedrío en el hombre aparece como el absurdo más anticientífico. Dice este oráculo:-
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4. O lo que los cabalistas llaman Nephesh, el “soplo de vida.”
5. Preferimos la palabra sánscrita Manas (Mente) a la griega Nous (noético) porque esta última, al haber sido tan imperfectamente entendida en filosofía, no sugiere un significado definido.
"En el ilimitado laboratorio físico y químico que rodea al hombre, la vida orgánica representa un grupo de fenómenos bastante insignificante; y entre estos últimos, el lugar que ocupa la vida que ha alcanzado el estado de conciencia, es tan diminuto que es absurdo excluir al hombre de la esfera de acción de una ley general, para permitir en él la existencia de una espontaneidad subjetiva o de un libre albedrío que se sitúe fuera de esa ley"-(Psychophysiologie Générale.)
Para el Ocultista que conoce la diferencia entre los elementos psíquicos y noéticos en el hombre, esto es pura basura, a pesar de su sólida base científica. En efecto, cuando el autor plantea la cuestión -si los fenómenos psíquicos no representan los resultados de una acción de carácter molecular, ¿Dónde desaparece entonces el movimiento después de alcanzar los centros sensoriales?-, respondemos que nunca hemos negado el hecho. Pero, ¿Qué tiene esto que ver con el libre albedrío? Que todo fenómeno en el Universo visible tiene su génesis en el movimiento, es un viejo axioma en Ocultismo; ni dudamos que el psicofisiólogo se pondría en desacuerdo con todo el cónclave de científicos exactos si permitiera la idea de que en un momento dado toda una serie de fenómenos físicos pueden desaparecer en el vacío. Por lo tanto, cuando el autor de la obra citada sostiene que dicha fuerza no desaparece al llegar a los centros nerviosos más elevados, sino que se transforma inmediatamente en otra serie, a saber, la de las manifestaciones psíquicas, en pensamiento, sentimiento y conciencia, del mismo modo que esta misma fuerza psíquica, cuando se aplica para producir algún trabajo de carácter físico (por ejemplo, muscular), se transforma en este último, el ocultismo le apoya, pues es el primero en decir que toda actividad psíquica, desde sus manifestaciones más bajas hasta las más elevadas, no es "más que movimiento".
Sí, es MOVIMIENTO; pero no todo movimiento "molecular", como el autor quiere hacernos inferir. El movimiento como el GRAN ALIENTO (vide "La Doctrina Secreta", vol. i. sub voce) -ergo "sonido" al mismo tiempo- es el substrato del Movimiento Cósmico. No tiene principio ni fin, es la única vida eterna, la base y génesis del universo subjetivo y objetivo; porque la VIDA (o Ser) es la fons et origo de la existencia o del ser. Pero el movimiento molecular es la más baja y material de sus manifestaciones finitas. Y si la ley general de la conservación de la energía lleva a la ciencia moderna a la conclusión de que la actividad psíquica sólo representa una forma especial de movimiento, esta misma ley, guiando a los Ocultistas, les lleva también a la misma convicción, y a algo más, que la psicofisiología deja enteramente fuera de toda consideración. Si esta última no ha descubierto hasta este siglo que la acción psíquica (nosotros decimos incluso espiritual) está sujeta a las mismas leyes generales e inmutables del movimiento que cualquier otro fenómeno manifestado en el reino objetivo del Kosmos, y que tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico (¿?) toda manifestación, ya sea consciente o inconsciente, no representa más que el resultado de un conjunto de causas, para la filosofía ocultista esto no representa más que el A,B,C, de su ciencia. "Todo el mundo está en el Swara; Swara es el Espíritu mismo -la VIDA ÚNICA o movimiento, dicen los viejos libros de filosofía oculta hindú. "La traducción correcta de la palabra Swara es la corriente de la onda vital", dice el autor de "Nature's Finer Forces", 6 y continúa explicando:
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6. Revista “Theosophist” de Febrero de 1888, página 275. Artículo por Rama Prasad, Presidente de la Sociedad Teosófica de Merut. Según dice el libro oculto del cual menciona: “Es Swara el que impartió la forma a las primeras acumulaciones de las divisiones del universo. Swara causa la evolución y la involución. Swara es Dios, o hablando más correctamente, el Gran Poder mismo (Maheshwara). Swara es la manifestación de la impresión en la materia del poder que, en el ser humano, es el poder que se conoce a sí mismo (conciencia mental y psíquica). Debemos entender que la acción de este poder es incesante. Es la existencia inmutable” y, ésta, es el “Movimiento” de los científicos y el Soplo de Vida universal de los ocultistas.
"Es ese movimiento ondulatorio la causa de la evolución de la materia cósmica indiferenciada en el universo diferenciado. . . . ¿De dónde procede este movimiento? Este movimiento es el espíritu mismo. La palabra atma (alma universal) utilizada en el libro (vide infra), lleva en sí la idea de movimiento eterno, viniendo como viene de la raíz, AT, o movimiento eterno; y puede ser observado significativamente, que la raíz AT está conectada con, es de hecho simplemente otra forma de, las raíces AH, respiración, y AS, ser. Todas estas raíces tienen su origen en el sonido producido por el aliento de los animales (seres vivos) .... La corriente primitiva de la onda vital es entonces la misma que asume en el hombre la forma de movimiento inspiratorio y expiatorio de los pulmones, y ésta es la fuente omnipresente de la evolución y la involución del universo....".
Tanto sobre el movimiento y la "conservación de la energía" de viejos libros de magia escritos y enseñados siglos antes del nacimiento de la ciencia moderna inductiva y exacta. Pues qué dice esta última más que estos libros al hablar, por ejemplo, del mecanismo animal, cuando dice:-
"Desde el átomo visible hasta el cuerpo celeste perdido en el espacio, todo está sujeto al movimiento... mantenidas a una distancia definida unas de otras, en proporción al movimiento que las anima, las moléculas presentan relaciones constantes, que sólo pierden por la adición o la sustracción de una cierta cantidad de movimiento." 7
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7. "Animal Mechanism", un tratado sobre la locomoción terrestre y aérea. Por E. J. Marey, profesor del Colegio de Francia y miembro de la Academia de Medicina.
Pero el Ocultismo dice más que esto. Mientras que hace del movimiento en el plano material y de la conservación de la energía, dos leyes fundamentales, o más bien dos aspectos de la misma ley omnipresente - Swara, niega a quemarropa que éstas tengan algo que ver con el libre albedrío del hombre que pertenece a un plano muy diferente. El autor de "Psychophysiologie Générale", al tratar de su descubrimiento de que la acción psíquica no es más que movimiento, y el resultado de causas colectivas, observa que como es así, no puede haber más discusión sobre la espontaneidad, en el sentido de cualquier propensión interna nativa creada por el organismo humano, y añade que lo anterior pone fin a toda pretensión de libre albedrío. El ocultista niega esta conclusión. El hecho real de la individualidad psíquica del hombre (nosotros decimos manásica o noética) es una garantía suficiente contra la suposición; porque en el caso de que esta conclusión fuera correcta, o fuera de hecho, como lo expresa el autor, la alucinación colectiva de toda la humanidad a través de los tiempos, también habría un final para la individualidad psíquica.
Ahora bien, por individualidad "psíquica" entendemos ese poder de autodeterminación que permite al hombre sobreponerse a las circunstancias. Pongamos media docena de animales de la misma especie en las mismas circunstancias, y sus acciones, aunque no idénticas, serán muy parecidas; pongamos media docena de hombres en las mismas circunstancias y sus acciones serán tan diferentes como sus caracteres, es decir, su individualidad psíquica.
Pero si en vez de "psíquica" la llamamos voluntad superior autoconsciente, después de haber demostrado la propia ciencia de la psicofisiología que la voluntad no tiene ningún órgano especial, ¿Cómo van a relacionarla los materialistas con el movimiento "molecular"? Como dice el profesor George T. Ladd:
"Los fenómenos de la conciencia humana deben considerarse como actividades de alguna otra forma de Ser Real que las moléculas móviles del cerebro. Requieren un sujeto o base que es en su naturaleza diferente de las grasas fosfaradas, de las masas centrales, las fibras nerviosas agregadas de las células nerviosas de la corteza cerebral. Este Ser Real así manifestado inmediatamente a sí mismo en los fenómenos de conciencia, e indirectamente a otros a través de los cambios corporales, es la Mente (manas). A ella se atribuyen los fenómenos mentales que muestran lo que es por lo que hace. Las llamadas "facultades" mentales no son más que modalidades del comportamiento en conciencia de este ser real. En realidad encontramos, por el único método disponible, que este ser real llamado Mente cree en ciertos modos perpetuamente recurrentes: por lo tanto, le atribuimos ciertas facultades.... Las facultades mentales no son entidades que tengan existencia propia.... Son los modos del comportamiento en conciencia de la mente. Y la naturaleza misma de los actos clasificatorios que llevan a distinguirlas, sólo es explicable bajo el supuesto de que existe un ser Real llamado Mente, y que debe distinguirse de los seres reales conocidos como las moléculas físicas de la masa nerviosa del cerebro." 8
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8. "El Manas superior" o "Ego" (Kshetrajna) es el "Espectador Silencioso", y la "víctima sacrificial" voluntaria: el manas inferior, su representante-en verdad un déspota tiránico.
Y habiendo demostrado que tenemos que considerar la conciencia como una unidad (otra proposición oculta) el autor añade:
"De las precedentes consideraciones , concluimos, pues: el sujeto de todos los estados de conciencia es un ser-unidad real llamado Mente; cuya naturaleza es inmaterial, actúa y se desarrolla según sus propias leyes; sin embargo, está especialmente relacionado con ciertas moléculas y masas materiales que constituyen la substancia del Cerebro" 9
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9. "Elements of Physiological Psychology". Un tratado de las actividades y naturaleza de la mente, desde el punto de vista físico y experimental, pp. 606 y 613.
Esta "Mente" es manas, o más bien su reflejo inferior, que siempre que se desconecta, por el momento, con kama, se convierte en la guía de las facultades mentales más elevadas, y es el órgano del libre albedrío en el hombre físico. Por lo tanto, esta suposición de la psicofisiología más reciente no tiene razón de ser, y la aparente imposibilidad de conciliar la existencia del libre albedrío con la ley de la conservación de la energía es una pura falacia. Esto fue bien demostrado en las "Cartas Científicas" de "Elpay" en una crítica de la obra. Pero para demostrarlo definitivamente y poner toda la cuestión definitivamente en paz, ni siquiera se requiere una interferencia tan alta (alta para nosotros, en todo caso) como las leyes ocultas, sino simplemente un poco de sentido común. Analicemos la cuestión desapasionadamente.
Se postula por un hombre, presumiblemente un científico, que debido a que "la acción psíquica se encuentra sujeta a las leyes generales e inmutables del movimiento, no hay, por lo tanto, libre albedrío en el hombre." El "método analítico de las ciencias exactas" lo ha demostrado, y los científicos materialistas han decretado "aprobar la resolución" de que el hecho debe ser así aceptado por sus seguidores. Pero hay otros y mucho más grandes científicos que pensaban de otra manera. Por ejemplo, Sir William Lawrence, el eminente cirujano, declaró en sus conferencias 10 que:-.
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10. W. Lawrence, Lectures on Comparative Anatomy, Physiology. Zoología, y la Historia Natural del Hombre. 8vo.Londres, 1848, p. 6.
"La doctrina filosófica del alma, y su existencia separada, no tiene nada que ver con esta cuestión fisiológica, sino que descansa sobre una especie de prueba completamente diferente. Estos sublimes dogmas nunca podrían haber salido a la luz por los trabajos del anatomista y del fisiólogo. Un ser inmaterial y espiritual no podría haber sido descubierto entre la sangre y la suciedad de la sala de disección."
Examinemos ahora, sobre el testimonio del materialista, cómo se aplica en este caso especial ese disolvente universal llamado "método analítico". El autor de la "Psicofisiología" descompone la actividad psíquica en sus elementos compuestos, los remonta al movimiento y, al no encontrar en ellos la menor huella de libre albedrío o de espontaneidad, llega a la conclusión de que estos últimos no tienen existencia en general; ni se encuentran en esa actividad psíquica que acaba de descomponer. "¿No son evidentes la falacia y el error de un procedimiento tan poco científico?", pregunta su crítico; y luego argumenta muy correctamente que:-
"A este paso, y partiendo del punto de vista de este método analítico, se tendría igual derecho a negar todos los fenómenos de la naturaleza desde el primero hasta el último. Pues, ¿acaso el sonido y la luz, el calor y la electricidad, como todos los demás procesos químicos, una vez descompuestos en sus elementos respectivos, no conducen al experimentador de nuevo al mismo movimiento, en el que Todas las peculiaridades de los elementos dados desaparecen dejando tras de sí sólo "las vibraciones de las moléculas"? Pero, ¿se deduce necesariamente que el calor, la luz y la electricidad no son más que ilusiones en lugar de manifestaciones reales de las peculiaridades de nuestro mundo real? Tales peculiaridades no se encuentran, por supuesto, en los elementos compuestos, simplemente porque no podemos esperar que una parte contenga, de principio a fin, las propiedades del todo. ¿Qué diríamos de un químico que, habiendo descompuesto el agua en sus compuestos, hidrógeno y oxígeno, sin encontrar en ellos las características especiales del agua, sostuviera que éstas no existían en absoluto ni podían encontrarse en el agua? ¿Y qué decir de un anticuario que al examinar un tipo distribuido y no encontrar sentido en cada letra, afirmara que no existía tal cosa como el sentido en ningún documento impreso? ¿Y acaso el autor de "Psicofisiología" no actúa de la misma manera cuando niega la existencia del libre albedrío o la autoespontaneidad en el hombre, basándose en que esta facultad distintiva de la actividad psíquica más elevada está ausente de esos elementos compuestos que ha analizado?".
Es innegable que ninguna pieza separada de ladrillo, de madera o de hierro, cada una de las cuales ha sido una vez parte de un edificio ahora en ruinas, se puede esperar que conserve el más mínimo rastro de la arquitectura de ese edificio, en las manos del químico, en todo caso; aunque lo haría en las de un psicómetro, una facultad, por cierto, que demuestra mucho más poderosamente la ley de la conservación de la energía que cualquier ciencia física, y muestra que actúa tanto en los mundos subjetivos o psíquicos como en los planos objetivos y materiales. La génesis del sonido, en este plano, tiene que remontarse al mismo movimiento, y la misma correlación de fuerzas está en juego durante el fenómeno como en el caso de cualquier otra manifestación. El físico que descompone el sonido en su elemento compuesto de vibraciones y no encuentra en ellas ninguna armonía o melodía especial, ¿negará, pues, la existencia de estas últimas? ¿Y no prueba esto que el método analítico, al tener que ocuparse exclusivamente de los elementos, y nada que ver con sus combinaciones, lleva al físico a hablar con mucha ligereza del movimiento, de la vibración y de lo demás, y a hacerle perder de vista por completo la armonía producida por ciertas combinaciones de ese movimiento o la "armonía de las vibraciones"? La crítica, pues, tiene razón al acusar a la psicofisiología materialista de descuidar estas distinciones tan importantes; al sostener que si una observación cuidadosa de los hechos es un deber en los fenómenos físicos más simples, ¿cuánto más debería serlo cuando se aplica a cuestiones tan complejas e importantes como la fuerza y las facultades psíquicas? Y, sin embargo, en la mayoría de los casos se pasan por alto todas esas diferencias esenciales, y el método analítico se aplica de la manera más arbitraria y prejuiciosa. No es de extrañar, pues, que, al retrotraer la acción psíquica a sus elementos básicos de movimiento, el psicofisiólogo, privándola durante el proceso de todas sus características esenciales, la destruya; y habiéndola destruido, es lógico que sea incapaz de encontrar lo que ya no existe en ella. Olvida, en resumen, o más bien ignora a propósito, que aunque, como todos los demás fenómenos del plano material, las manifestaciones psíquicas deben relacionarse en su análisis final con el mundo de la vibración (siendo el "sonido" el sustrato del Akasa universal), sin embargo, en su origen, pertenecen a un Mundo de ARMONÍA diferente y superior. Elpay tiene algunas frases severas contra las suposiciones de los que él llama "psico-biólogos" que son dignas de mención.
"Inconscientes de su error, los psico-fisiólogos identifican los elementos compuestos de la actividad psíquica con esa actividad misma: de ahí la conclusión, desde el punto de vista del método analítico, de que la especialidad más elevada y distintiva del alma humana -el libre albedrío, la espontaneidad- es una ilusión, y no una realidad psíquica. Pero como acabamos de demostrar, tal identificación no sólo no tiene nada en común con la ciencia exacta, sino que es sencillamente inadmisible, ya que choca con todas las leyes fundamentales de la lógica, en consecuencia de lo cual todas estas supuestas deducciones que emanan de dicha identificación se desvanecen en el aire. Así pues, trazar la acción psíquica principalmente al movimiento, no significa en modo alguno probar la "ilusión del libre albedrío". Y, como en el caso del agua, cuyas cualidades específicas no pueden ser privadas de su realidad aunque no se encuentren en sus gases compuestos, lo mismo ocurre con la propiedad específica de la acción psíquica: su espontaneidad no puede ser negada a la realidad psíquica, aunque esta propiedad no esté contenida en esos elementos finitos en los que el psico-fisiólogo desmiembra la actividad en cuestión bajo su bisturí mental."
Este método es "un rasgo distintivo de la ciencia moderna en su empeño por satisfacer la indagación de la naturaleza de los objetos de su investigación mediante una descripción detallada de su desarrollo", dice G. T. Ladd. Y el autor de The Elements of Physiological Psychology añade:-
El proceso universal del "Devenir/Llegar a Ser" se ha casi personificado y deificado, a fin de convertirlo en el verdadero terreno de toda la existencia finita y concreta. Tal intento se propone retrotraer todo el llamado desarrollo mental, a la evolución de la substancia cerebral, bajo causas puramente físicas y mecánicas. Esta tentativa niega, entonces, la necesidad de suponer que algún ser-unidad real, llamado Mente, pase por un proceso de desarrollo conforme a sus leyes. [...] Por otro lado, muchas mentes consideran inadecuado todo conato por remontarse a la evolución física del cerebro, a fin de explicar el incremento progresivo de la complejidad y universalidad de los fenómenos mentales. Y nosotros no vacilamos en incluirnos en este grupo. Por supuesto, se deben admitir esos hechos, fruto de la experiencia, que muestran una correspondencia en el orden del desarrollo corporal y mental y hasta una cierta dependencia de este último con el primero. Sin embargo, son igualmente compatibles con otro punto de vista del desarrollo de la mente, el cual tiene las ventajas adicionales de crear espacio para muchos hechos ulteriores fruto de la experiencia y que ninguna teoría materialista difícilmente conciliara. Por lo general, la historia de las experiencias de cada individuo es tal que es menester suponer un ser-unidad real (una Mente), que está pasando por un proceso de desarrollo relacionado con la condición cambiante o evolución del cerebro; pero aún, conforme a una naturaleza y leyes propias" (p. 616).
En la Parte II de este artículo se mostrará hasta qué punto esta última "suposición" de la ciencia se aproxima a las enseñanzas de la filosofía oculta. Mientras tanto, podemos concluir con una respuesta a la última falacia materialista, que puede resumirse en pocas palabras. Como toda acción psíquica tiene por substrato los elementos nerviosos cuya existencia postula, y fuera de los cuales no puede actuar; como la actividad de los elementos nerviosos no son más que movimientos moleculares, no hay pues necesidad de inventar una Fuerza especial y psíquica para la explicación de nuestro trabajo cerebral. El Libre Albedrío obligaría a la Ciencia a postular un Libre Albedrío visible, un creador de esa Fuerza especial.
Estamos de acuerdo: "no es mínimamente necesario" un creador de "esa Fuerza especial" o de cualquier otra. Tampoco nadie ha pretendido jamás tal absurdo. Pero entre crear y guiar, hay una diferencia, y esta última no implica en absoluto ninguna creación de la energía del movimiento, ni, de hecho, de ninguna energía especial. La mente psíquica (a diferencia de la mente manásica o noética) sólo transforma esta energía del "ser-unidad" según "una naturaleza y leyes propias", según la feliz expresión de Ladd. El "ser-unidad" no crea nada, sino que sólo provoca una correlación natural de acuerdo tanto con las leyes físicas como con sus propias leyes; al tener que utilizar la Fuerza, guía su dirección, eligiendo los caminos por los que procederá y estimulándola a la acción. Y, como su actividad es sui generis e independiente, lleva esta energía desde este mundo de desarmonía a su propia esfera de armonía. Si no fuera independiente, no podría hacerlo. Tal como es, la libertad de la voluntad del hombre está más allá de toda duda o cavilación. Por lo tanto, como ya se ha observado, no se trata de creación, sino simplemente de guía. Porque el marinero al timón no crea el vapor en la máquina, ¿diremos que no dirige la nave? Y, porque nos negamos a aceptar las falacias de algunos psicofisiólogos como la última palabra de la ciencia, ¿proporcionamos con ello una nueva prueba de que el libre albedrío es una alucinación? Nos burlamos de la idea animalista. Cuánto más científica y lógica, además de ser tan poética como grandiosa, es la enseñanza del Kathopanishad, que, en una bella y descriptiva metáfora, dice que: "Los sentidos son los caballos, el cuerpo el carro, la mente (kama-manas) las riendas y el intelecto (o libre albedrío) el cochero". Verdaderamente, ¡hay más ciencia exacta en el menos importante de los Upanishads, compuesto hace miles de años, que en todos los desvaríos materialistas de la "psicobiología" y la "psicofisiología" modernas juntas!
II
". . . El conocimiento del pasado, presente y futuro, está encarnado en Kshetrajna (el "Ser")." -Axiomas Ocultos
Nosotros, como Ocultistas, habiendo explicado los particulares y el por qué discrepamos con la psicología fisiológica materialista, ahora podemos continuar indicando la diferencia entre las funciones mentales, psíquicas y noéticas, aunque la ciencia oficial no reconozca estas últimas.
Además, nosotros, los teósofos, entendemos los términos "psíquico" y "psiquismo" de manera algo diferente al público ordinario, a la ciencia, e incluso a la teología, esta última dándole un significado que tanto la ciencia como la Teosofía rechazan, y el público en general permaneciendo con una concepción muy nebulosa de lo que realmente se quiere decir con los términos. Para muchos, hay poca diferencia, si es que hay alguna, entre "psíquico" y "psicológico", ambas palabras relacionadas de alguna manera con el alma humana. Algunos metafísicos modernos han acordado sabiamente desconectar la palabra Mente (pneuma) de Alma (psyche), siendo una la parte racional, espiritual, y la otra -psyche- el principio viviente en el hombre, el aliento que lo anima (de anima: alma). Pero, si esto es así, ¿Cómo negar en este caso un alma a los animales? Éstos están, no menos que el hombre, dotados del mismo principio de vida sensible, el nephesh del 2º capítulo del Génesis. El Alma no es de ninguna manera la Mente, ni un idiota, desprovisto de esta última, puede ser llamado un ser "sin alma". Describir, como hacen los fisiólogos, el Alma humana en sus relaciones con los sentidos y los apetitos, los deseos y las pasiones, comunes al hombre y al bruto, y luego dotarla de un intelecto semejante al de Dios, con facultades espirituales y racionales que sólo pueden tener su fuente en un mundo suprasensible, es arrojar para siempre el velo de un misterio impenetrable sobre el tema. Sin embargo, en la ciencia moderna, la "psicología" y el "psiquismo" sólo se refieren a las condiciones del sistema nervioso, y los fenómenos mentales se deben únicamente a la acción molecular. El carácter noético superior del Principio-Mente es totalmente ignorado, e incluso rechazado como una "superstición" tanto por los fisiólogos como por los psicólogos. La psicología, de hecho, se ha convertido en muchos casos en sinónimo de la ciencia de la psiquiatría. Por lo tanto, los estudiantes de Teosofía, viéndose obligados a diferir de todo esto, han adoptado la doctrina que subyace en las filosofías consagradas de Oriente. Lo que es, se puede encontrar más adelante.
Para comprender mejor los argumentos que preceden y los que siguen, se ruega al lector que lea el editorial del Lucifer de septiembre ("El doble aspecto de la sabiduría", pág. 3), y se familiarice con el doble aspecto de lo que Santiago denomina a la vez en su Tercera Epístola: la sabiduría diabólica, terrestre, y la "sabiduría de lo alto". En otro editorial, "Kosmic Mind" (abril de 1890), se afirma también que los antiguos hindúes dotaron de conciencia a cada célula del cuerpo humano, dando a cada una el nombre de un Dios o Diosa. Habla de los átomos 11 como de una "entidad independiente" y de cada célula como de una "unidad consciente". Explica que tan pronto como dichos átomos se agrupan para formar células, éstas se dotan de conciencia, cada una de su propia clase, y de libre albedrío para actuar dentro de los límites de la ley. Tampoco carecemos por completo de pruebas científicas de tales afirmaciones, como bien demuestran los dos editoriales citados. Más de un fisiólogo erudito de la minoría de oro, en nuestros días, además, está llegando rápidamente a la convicción de que la memoria no tiene asiento, ningún órgano especial propio en el cerebro humano, sino que tiene asientos en todos los órganos del cuerpo.
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11. Uno de los nombres de Brahmâ es anu o “átomo.”
"No existe ninguna base sólida para hablar de ningún órgano especial o sede de la memoria", escribe el profesor G. T. Ladd. 12 "Cada órgano, de hecho, cada área y cada límite del sistema nervioso tiene su propia memoria" (p. 553 loc. cit.).
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12. Profesor de Filosofía en Yale
El asiento de la memoria, entonces, no está ciertamente ni aquí ni allá, sino en todas partes a través del cuerpo humano. Localizar su órgano en el cerebro es limitar y empequeñecer la Mente Universal y sus innumerables Rayos (el Manasa putra) que anima a todo mortal racional. Como escribimos para los teósofos, en primer lugar, nos importan poco los prejuicios psicofóbicos de los materialistas que puedan leer esto y resoplar despectivamente ante la mención de la "Mente Universal" y de las almas noéticas Superiores de los hombres. Pero, ¿Qué es la memoria? "Tanto la presentación de los sentidos como la imagen de la memoria son fases transitorias de la conciencia", se nos responde. Pero, ¿Qué es la Conciencia en sí misma? "No podemos definir la conciencia", nos dice el profesor Ladd. 13 Así pues, lo que la psicología fisiológica nos pide que hagamos es contentarnos con convertir los diversos estados de la conciencia mediante las hipótesis privadas e inverificables de otras personas; y esto, en "cuestiones de fisiología cerebral en las que expertos y novatos son igualmente ignorantes", por utilizar la aguda observación de dicho autor. Hipótesis por hipótesis, pues, lo mismo podemos atenernos a las enseñanzas de nuestros videntes que a las conjeturas de quienes niegan tanto a los videntes como a su sabiduría. Tanto más cuanto que el mismo honesto hombre de ciencia nos dice que "si la metafísica y la ética no pueden dictar debidamente sus hechos y conclusiones a la ciencia de la psicología fisiológica . . a su vez esta ciencia no puede dictar correctamente a la metafísica y la ética las conclusiones que deben extraer de los hechos de la Conciencia, dando a conocer sus mitos y fábulas en el ropaje de la historia bien comprobada de los procesos cerebrales" (p. 544).
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13. Elements of Physiological Psychology.
Ahora bien, como la metafísica de la fisiología y psicología ocultas postula dentro del hombre mortal una entidad inmortal, la "Mente divina" o Nous, cuyo pálido y demasiado a menudo distorsionado reflejo es lo que llamamos "Mente" e intelecto en los hombres -virtualmente una entidad aparte de la primera durante el período de cada encarnación- decimos que las dos fuentes de la "memoria" están en estos dos "principios". Distingamos entre el Manas Superior (Mente o Ego) y el Kama-Manas, es decir, el intelecto racional, pero terrestre o físico del hombre, encerrado en la materia y ligado a ella, por lo tanto sujeto a la influencia de este último: el YO omnisciente, que se reencarna periódicamente -¡verdaderamente el VERBO hecho carne!- y que es siempre el mismo, mientras que su "Doble" reflejado, que cambia con cada nueva encarnación y personalidad, es, por lo tanto, consciente sólo durante un período de vida. Este último "principio" es el Yo Inferior, o aquello que, manifestándose a través de nuestro sistema orgánico, actuando en este plano de ilusión, se imagina a sí mismo la Suma del Ego, y cae así en lo que la filosofía budista califica de "herejía de la separatividad". A la primera la denominamos INDIVIDUALIDAD, a la segunda Personalidad. De la primera procede todo el elemento noético, de la segunda, el psíquico, es decir, la "sabiduría terrestre" en el mejor de los casos, ya que está influenciada por todos los estímulos caóticos de las pasiones humanas o más bien animales del cuerpo viviente.
El "Ego Superior" no puede actuar directamente sobre el cuerpo, pues su conciencia pertenece a otro plano y planos de ideación: el Yo "inferior" sí: y su acción y comportamiento dependen de su libre albedrío y elección en cuanto a si gravitará más hacia su progenitor ("el Padre Celestial") o hacia el "animal" al que aviva, el hombre de carne. El "Ego Superior", como parte de la esencia de la MENTE UNIVERSAL, es incondicionalmente omnisciente en su propio plano, y sólo potencialmente en nuestra esfera terrestre, ya que tiene que actuar únicamente a través de su alter ego -el Yo Personal. Ahora bien, aunque la primera es el vehículo de todo conocimiento del pasado, del presente y del futuro, y aunque es desde esta fuente que su "doble" capta ocasionales vislumbres de lo que está más allá de los sentidos del hombre, y los transmite a ciertas células cerebrales (desconocidas para la ciencia en sus funciones), haciendo así del hombre un Vidente, un adivino y un profeta; sin embargo, la memoria de los acontecimientos pasados -especialmente de los terrenales- tiene su asiento únicamente en el Ego Personal. Ningún recuerdo de una función puramente de la vida diaria, de naturaleza física, egoísta, o de naturaleza mental inferior - como, por ejemplo, comer y beber, disfrutar de placeres sensuales personales, tramitar negocios en detrimento del prójimo, etc., etc., tiene que ver con la Mente o Ego "Superior". Tampoco tiene ningún trato directo en este plano físico con nuestro cerebro o nuestro corazón - estos dos son los órganos de un poder superior a la Personalidad - sino sólo con nuestros órganos pasionales, tales como el hígado, el estómago, el bazo, etc. Así pues, es lógico que el recuerdo de tales acontecimientos se despierte primero en aquel órgano que fue el primero en inducir la acción recordada después, y la transmitió a nuestro "pensamiento sensorial", que es enteramente distinto del pensamiento "supersensual". Sólo las formas superiores de este último, las experiencias mentales supraconscientes, pueden correlacionarse con los centros cerebral y cardíaco. Los recuerdos de los hechos físicos y egoístas (o personales), por otra parte, junto con las experiencias mentales de naturaleza terrestre, y de las funciones biológicas terrestres, sólo pueden, necesariamente, correlacionarse con la constitución molecular de diversos órganos kámicos, y las "asociaciones dinámicas" de los elementos del sistema nervioso en cada órgano particular.
Por lo tanto, cuando el profesor Ladd, después de demostrar que cada elemento del sistema nervioso tiene su propia memoria, añade: "Este punto de vista pertenece a la esencia misma de toda teoría que considera la reproducción mental consciente sólo como una forma o fase del hecho biológico de la memoria orgánica", debe incluir entre tales teorías la enseñanza ocultista. Porque ningún ocultista podría expresar esta enseñanza más correctamente que el profesor, que dice, en la conclusión de su argumento: Podemos, pues, hablar propiamente de la memoria del órgano final de la visión o del oído, de la memoria de la médula espinal y de los diferentes "centros" llamados de acción refleja que pertenecen a las cuerdas de la memoria de la médula oblonga, del cerebelo, etc.". Esta es la esencia de la enseñanza oculta, incluso en las obras del Tantra. En efecto, cada órgano de nuestro cuerpo tiene su propia memoria. Porque si está dotado de una conciencia "de su propia especie", cada célula debe necesariamente tener también una memoria de su propia especie, así como su propia acción psíquica y noética. Respondiendo al toque tanto de una Fuerza física como de una metafísica, el impulso dado por la Fuerza psíquica (o psicomolecular) 14 actuará desde fuera hacia dentro; mientras que el de la Fuerza noética (¿la llamaremos Espiritual-dinámica?) trabaja desde dentro hacia fuera. Pues, como nuestro cuerpo es la envoltura de los "principios" interiores, alma, mente, vida, etc., así la molécula o la célula es el cuerpo en el que moran sus "principios", los (para nuestros sentidos y comprensión) átomos inmateriales que componen esa célula. La actividad y el comportamiento de la célula están determinados por su propulsión interior o exterior, por la Fuerza noética o psíquica, la primera sin relación con las células físicas propiamente dichas. Por lo tanto, mientras que estas últimas actúan bajo la inevitable ley de la conservación y correlación de la energía física, los átomos -siendo unidades psico-espirituales, no físicas- actúan bajo leyes propias, tal como lo hace el "Ser-Unidad" del Profesor Ladd, que es nuestro "Ego-Mente", en su misma hipótesis filosófica y científica. Cada órgano humano y cada célula de éste tiene un teclado propio, como el de un piano, sólo que registra y emite sensaciones en lugar de sonidos. Cada tecla contiene la potencialidad de ser buena o mala, de producir armonía o desarmonía. Esto depende del impulso dado y de las combinaciones producidas; de la fuerza del toque del artista en acción, una "Unidad de doble cara", en efecto. Y es la acción de esta o de la otra "Cara" de la Unidad la que determina la naturaleza y el carácter dinámico de los fenómenos manifestados como acción resultante, y esto tanto si son físicos como mentales. Pues todo el hombre está guiado por esta Entidad de doble cara. Si el impulso proviene de la "Sabiduría de arriba", siendo la Fuerza aplicada noética o espiritual, los resultados serán acciones dignas del propulsor divino; si de la "sabiduría terrestre, diabólica" (poder psíquico), las actividades del hombre serán egoístas, basadas únicamente en las exigencias de su naturaleza física, por lo tanto animal. Lo que antecede puede sonar al lector común como pura tontería; pero todo teósofo debe comprender cuando se le dice que en él hay órganos manásicos además de kámicos, aunque las células de su cuerpo responden a impulsos tanto físicos como espirituales.
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14. Confiamos en que este término tan poco científico no lleve a ningún "animalista" a una histeria irrecuperable.
Verdaderamente ese cuerpo, tan profanado por el Materialismo y por el hombre mismo, es el templo del Santo Grial, el Adytum de los más grandes, es más, de todos los misterios de la naturaleza en nuestro universo solar. Ese cuerpo es un arpa Æolica, acordada con dos juegos de cuerdas, uno hecho de plata pura, el otro de catgut. Cuando el aliento del Fiat divino roza suavemente la primera, el hombre se asemeja a su Dios, pero el otro juego no lo siente. Necesita la brisa de un fuerte viento terrestre impregnado de efluvios animales, para hacer vibrar sus cuerdas animales. Es función de la mente física inferior actuar sobre los órganos físicos y sus células; pero sólo la mente superior puede influir sobre los átomos que interactúan en esas células, interacción que es la única capaz de excitar al cerebro, vía el “centro” de la médula espinal, a una representación mental de ideas espirituales mucho más allá de cualquier objeto de este plano material. Los fenómenos de la conciencia divina tienen que ser considerados como actividades de nuestra mente en otro plano más elevado, trabajando a través de algo menos sustancial que las moléculas móviles del cerebro. No pueden explicarse como la simple resultante del proceso fisiológico cerebral, ya que, en efecto, este último sólo los condiciona o les da una forma final a efectos de manifestación concreta. El ocultismo enseña que el hígado y las células del bazo son las más serviles a la acción de nuestra mente "personal", siendo el corazón el órgano por excelencia a través del cual actúa el Ego "Superior", a través del Yo Inferior.
Las visiones o el recuerdo de acontecimientos puramente terrestres tampoco pueden transmitirse directamente a través de las percepciones mentales del cerebro, recipiente directo de las impresiones del corazón. Todos estos recuerdos tienen que ser estimulados y despertados primero por los órganos que fueron los originadores, como ya se ha dicho, de las diversas causas que condujeron a los resultados, o, los receptores directos y partícipes de estos últimos.
En otras palabras, si lo que se llama "asociación de ideas" tiene mucho que ver con el despertar de la memoria, la interacción mutua y la interrelación coherente entre la "Entidad-Mente" personal y los órganos del cuerpo humano lo tienen mucho más. Un estómago hambriento evoca la visión de un banquete pasado, porque su acción se refleja y se repite en la mente personal. Pero incluso antes de que la memoria del Yo personal irradie la visión desde las tablillas donde se almacenan las experiencias de la vida cotidiana -incluso hasta los detalles más minuciosos-, la memoria del estómago ya ha evocado lo mismo. Y así con todos los órganos del cuerpo. Son ellos los que originan según sus necesidades y deseos animales las chispas electro-vitales que iluminan el campo de la conciencia en el Ego Inferior; y son estas chispas las que a su vez despiertan para funcionar las reminiscencias en él. Todo el cuerpo humano es, como se ha dicho, una vasta caja de resonancia, en la que cada célula lleva un largo registro de impresiones relacionadas con su órgano matriz, y cada célula tiene una memoria y una conciencia de su especie, o llámese instinto si se quiere. Estas impresiones son, según la naturaleza del órgano, físicas, psíquicas o mentales, según se relacionen con este u otro plano. Pueden llamarse "estados de conciencia" sólo a falta de una expresión mejor, ya que hay estados de conciencia instintiva, mental y puramente abstracta o espiritual. Si relacionamos todas estas acciones "psíquicas" con el trabajo cerebral, es sólo porque en esa morada llamada cuerpo humano, el cerebro es la puerta principal y la única que se abre al Espacio. Todas las demás son puertas interiores, aberturas en el recinto privado, a través de las cuales viajan incesantemente los agentes transmisores de la memoria y la sensación. La claridad, la vivacidad y la intensidad de éstas dependen del estado de salud y de la solidez orgánica de los transmisores. Pero su realidad, en el sentido de veracidad o corrección, se debe al "principio" del que proceden, y a la preponderancia en el Manas inferior del elemento noético o del elemento frénico ("Kamico", terrestre).
Porque, como enseña el Ocultismo, si la Entidad Superior de la Mente -la permanente e inmortal- es de la divina esencia homogénea de "Alaya-Akasa", 15 o Mahat, su reflejo, la Mente Personal, es, como "Principio" temporal, de la Sustancia de la Luz Astral. Como rayo puro del "Hijo de la Mente Universal", no podría desempeñar ninguna función en el cuerpo, y permanecería impotente sobre los turbulentos órganos de la Materia. Así, mientras que su constitución interna es manásica, su "cuerpo", o más bien su esencia operante, es heterogénea y está impregnada de Luz Astral, el elemento más inferior del Éter. Parte de la misión del Rayo Manásico consiste en deshacerse gradualmente del elemento ciego y engañoso que, aunque lo convierte en una entidad espiritual activa en este plano, lo pone en contacto tan estrecho con la materia que enturbia por completo su naturaleza divina y embota sus intuiciones. Esto nos lleva a ver la diferencia entre las visiones puramente noéticas y las visiones psíquicas terrestres de la videncia y la mediumnidad. Las primeras pueden obtenerse por uno de estos dos medios: a) a condición de paralizar a voluntad la memoria y la acción instintiva e independiente de todos los órganos materiales e incluso de las células del cuerpo de carne, acto que, una vez que la luz del Ego Superior ha consumido y sometido para siempre la naturaleza pasional del Ego personal inferior, es fácil, pero requiere un adepto; y (b) de ser una reencarnación de alguien que, en un nacimiento anterior, había alcanzado, mediante una extrema pureza de vida y esfuerzos en la dirección correcta, casi un estado Yogui de santidad y santidad. Existe también una tercera posibilidad de alcanzar en visiones místicas el plano del Manas superior; pero es sólo ocasional y no depende de la voluntad del Vidente, sino de la extrema debilidad y agotamiento del cuerpo material por la enfermedad y el sufrimiento. La Vidente de Prevorst era un ejemplo de este último caso; y Jacob Boëhme de nuestra segunda categoría. En todos los demás casos de videncia anormal, de las llamadas clariaudiencia, clarividencia y trances, se trata simplemente de mediumnidad. Ahora bien, ¿Qué es un médium? El término médium, cuando no se aplica simplemente a las cosas y objetos, se supone que es una persona a través de la cual se manifiesta o transmite la acción de otra persona o ser. Los espiritistas que creen en las comunicaciones con los espíritus desencarnados, y que éstos pueden manifestarse a través de ellos, o impresionar la sensibilidad para transmitir "mensajes" de ellos, consideran la mediumnidad como una bendición y un gran privilegio. Nosotros los teósofos, en cambio, que no creemos en la "comunión de los espíritus" como los espiritistas, consideramos el don como una de las más peligrosas de las enfermedades nerviosas anormales. Un médium es simplemente aquel en cuyo Ego personal, o mente terrestre, (psuche), el porcentaje de luz "astral" predomina de tal modo que impregna con ella toda su constitución física. Cada órgano y cada célula están así sintonizados, por decirlo así, y sometidos a una tensión enorme y anormal. La mente está siempre en el plano de, y completamente inmersa en, esa luz engañosa cuya alma es divina, pero cuyo cuerpo -las ondas de luz en los planos inferiores-, infernal; porque no son más que los reflejos negros y desfigurados de los recuerdos de la tierra. El ojo inexperto del pobre sensible no puede atravesar la oscura bruma, la densa niebla de las emanaciones terrestres, para ver más allá, en el campo radiante de las verdades eternas. Su visión está desenfocada. Sus sentidos, acostumbrados desde su nacimiento, como los de un nativo de los barrios bajos de Londres, al hedor y a la suciedad, a las distorsiones antinaturales de las vistas e imágenes arrojadas sobre las ondas caleidoscópicas del plano astral, son incapaces de discernir lo verdadero de lo falso. Y así, los pálidos cadáveres sin alma que se mueven en los campos sin huellas de "Kama loka", le parecen las imágenes vivientes de los "queridos difuntos"; los ecos entrecortados de voces antaño humanas, que pasan por su mente, le sugieren frases bien coordinadas, que repite, ignorando que su forma y pulimento finales fueron recibidos en las profundidades más recónditas de su propia fábrica cerebral. Y así, la visión y la audición de lo que, visto en su verdadera naturaleza, habría helado de horror el corazón del médium, le llena ahora de un sentimiento de beatitud y de confianza. Cree realmente que las vistas inconmensurables que se despliegan ante él son el verdadero mundo espiritual, la morada de los benditos ángeles incorpóreos.
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15. Otro nombre para la mente universal.
Describimos a grandes rasgos las principales características y hechos de la mediumnidad, no habiendo lugar en tal artículo para casos excepcionales. Sostenemos, por haber pasado, desgraciadamente, en una época de la vida, personalmente por tales experiencias, que, en general, la mediumnidad es muy peligrosa, y que las experiencias psíquicas, cuando se aceptan indiscriminadamente, sólo conducen a engañar honradamente a los demás, porque el médium es la primera víctima autoengañada. Además, una asociación demasiado estrecha con la "Vieja Serpiente Terrestre" es contagiosa. Las corrientes ódicas y magnéticas de la Luz Astral incitan a menudo al asesinato, a la embriaguez, a la inmoralidad y, como lo expresa Eliphas Lévi, las naturalezas no del todo puras "pueden ser llevadas de cabeza por las fuerzas ciegas puestas en movimiento en la Luz", por los errores y pecados impuestos a sus ondas.
Y así es como el gran Mago del siglo XIX corrobora lo anterior al hablar de la Luz Astral:
"Hemos dicho que para adquirir poder mágico son necesarias dos cosas: desligar la voluntad de toda servidumbre y ejercerla en control.
"La voluntad soberana (del adepto) está representada en nuestros símbolos por la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente, y por el ángel resplandeciente que reprime al dragón y lo sujeta bajo su pie y su lanza; el gran agente mágico, la doble corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra, ha sido representado en las antiguas teogonías por la serpiente con cabeza de toro, de carnero o de perro. Es la doble serpiente del caduceo, es la Vieja Serpiente del Génesis, pero también es la serpiente de bronce de Moisés enroscada alrededor de la tau, es decir, del lingha generador. Es también el macho cabrío del sabbath de brujas, y el Baphomet de los Templarios; es el Hylé de los Gnósticos; es la serpiente de doble cola que forma las patas del gallo solar del Abraxas: finalmente, es el Diablo de M. Eudes de Mirville. Pero en realidad es la fuerza ciega que las almas (es decir, el Manas inferior o Nephesh) tienen que conquistar para liberarse de los lazos de la tierra; pues si su voluntad no las libera de esta atracción fatal, serán absorbidas en la corriente por la fuerza que las ha producido, y volverán al fuego central y eterno". 16
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16. Dogma y ritual de la alta magia, citado en Isis Sin Velo.
El "fuego central y eterno" es esa Fuerza desintegradora, que consume y quema gradualmente el Kama-rupa, o "personalidad", en el Kama-loka, adonde va después de la muerte. Y en verdad, los Médiums son atraídos por la luz astral, es la causa directa de que sus "almas" personales sean absorbidas "por la fuerza que ha producido" sus elementos terrestres. Y, por lo tanto, como el mismo Ocultista nos dice:
"Todas las operaciones mágicas consisten en liberarse uno mismo de las bobinas de la Antigua Serpiente; luego poner el pie sobre su cabeza, y conducirla según la voluntad del operador. Te daré", dice la Serpiente en el mito evangélico, "todos los reinos de la tierra, si te postras y me adoras". El iniciado debe responderle: "Yo no me postraré, sino que tú te agacharás a mis pies; tú no me darás nada, pero yo me serviré de ti y tomaré lo que quiera. Porque yo soy tu Señor y Maestro". "
Y como tal, el Ego Personal, haciéndose uno con su padre divino, comparte la inmortalidad de este último. Por lo demás....
Pero basta. Bendito aquel que se ha familiarizado con los poderes duales que actúan en la Luz ASTRAL; tres veces bendito aquel que ha aprendido a discernir la acción Noética de la Psíquica del Dios de "Doble Cara" en él, y que conoce la potencia de su propio Espíritu -o "Dinámica del Alma".
Lucifer, octubre, noviembre, 1890