El siguiente articulo fue publicado por la Logia Unida de Teósofos y cuyo nombre en ingles es The Great Master’s Letter, basado en una carta del Maha Chohan en los albores del Movimiento Teosófico.
La versión original en ingles la pueden leer presionando aquí.
Carta del Gran Maestro
Los Objetivos del Movimiento Teosófico
El verdadero Teósofo es un filántropo - "no para sí mismo sino para el mundo en que vive". Esto, y la filosofía, la comprensión correcta de la vida y sus misterios darán la "base necesaria" y mostrarán el camino correcto a seguir.
- Mahatma K.H.
PRÓLOGO
Los Jefes quieren que se inicie una "Hermandad de la Humanidad", una verdadera Fraternidad Universal. - MAHATMA K.H.
Hace más de medio siglo, en una etapa muy temprana del desarrollo del Movimiento Teosófico en la India, un documento de valiosa instrucción fue transmitido a algunos de los principales trabajadores de ese día. Contenía importantes ideas que indicaban principios de acción. Ha sido publicado en su totalidad o en parte más de una vez. Se la conoce como la Carta del Maha Chohan; nosotros utilizamos el título "La Carta del Gran Maestro" usado por nuestros colegas de Los Ángeles en la Teosofía de enero de 1922. H.P.B. se refirió al autor de este documento como "el Paraguru - el MAESTRO de mi Maestro"; al mismo tiempo se refirió a la India como "la Madre Patria de mi MAESTRO".
Añadimos dos apéndices, ambos extractos de un artículo de H.P. Blavatsky, publicado en Lucifer de agosto de 1888, y titulado "La Sociedad Teosófica: Su Misión y Su Futuro". En este H.P.B. examinó los puntos de vista del gran orientalista francés, Emile Burnouf, sobre los objetivos y la política del Movimiento Teosófico, concluyéndolo con extractos de esta misma Carta.
Abril de 1936.
THEOSOPHY COMPANY (INDIA) LTD
Carta del Gran Maestro
La doctrina que promulgamos, siendo la única verdadera, debe - apoyada por la evidencia que nos disponemos a dar - llegar a ser finalmente triunfante, como cualquier otra verdad. Sin embargo, es absolutamente necesario inculcarla gradualmente; reforzando sus teorías (hechos irrefutables para los que saben) con la inferencia directa, deducida y corroborada por las pruebas proporcionadas por la ciencia exacta moderna. Esta es la razón por la que el Cnel. H.S. Olcott, que trabaja para revivir el Budismo, puede ser considerado como alguien que trabaja en el verdadero camino de la Teosofía, mucho más que cualquier otro hombre que elija como meta la gratificación de sus propias aspiraciones ardientes de conocimiento oculto. El Budismo, despojado de su superstición, es la verdad eterna; y quien se esfuerza por alcanzarla, se esfuerza por alcanzar la Theosophia, la sabiduría divina, que es sinónimo de verdad. Para que nuestras doctrinas reaccionen prácticamente sobre el llamado código moral, o las ideas de veracidad, pureza, abnegación, caridad, etc., tenemos que predicar y popularizar el conocimiento de la Teosofía. No es el propósito individual y determinado de alcanzar el Nirvana - la culminación de todo conocimiento y sabiduría absoluta, que después de todo es sólo un egoísmo exaltado y glorioso - sino la búsqueda abnegada de los mejores medios para guiar por el buen camino a nuestro prójimo, para hacer que se beneficie de ello el mayor número posible de nuestros semejantes, lo que constituye al verdadero teósofo.
La parte intelectual de la humanidad parece dividirse rápidamente en dos clases: la primera prepara inconscientemente para sí largos períodos de aniquilación temporal o estados de inconsciencia, debido a la deliberada rendición del intelecto y a su aprisionamiento en las estrechas ranuras del fanatismo y la superstición, un proceso que no puede dejar de conducir a la deformación total del principio intelectual; la otra, se entrega desenfrenadamente a sus propensiones animales con la intención deliberada de someterse a la aniquilación pura y simple, en caso de fracaso, y a milenios de degradación después de la disolución física. Esas clases intelectuales que reaccionan sobre las masas ignorantes -a las que atraen, y que las admiran como ejemplos nobles e idóneos a seguir- degradan y arruinan moralmente a quienes deberían proteger y guiar. Entre la degradante superstición y el brutal materialismo, aún más degradante, la Blanca Paloma de la Verdad apenas tiene espacio donde posar sus cansados e inoportunos pies.
Ya es hora de que la Teosofía entre en escena. Es más probable que los hijos de los teósofos se conviertan a su vez en teósofos que cualquier otra cosa. Ningún mensajero de la verdad, ningún profeta ha logrado jamás durante su vida un triunfo completo - ni siquiera Buda. La Sociedad Teosófica fue elegida como la piedra angular, los cimientos de las futuras religiones de la humanidad. Para alcanzar el objetivo propuesto, se determinó una mezcla mayor, más sabia y especialmente más benévola de lo alto y lo bajo, el alfa y el omega de la sociedad. La raza blanca debe ser la primera en tender la mano de la fraternidad a las naciones oscuras, en llamar hermano al pobre y despreciado "negro". Puede que esta perspectiva no sonría a todos, pero no hay teósofo que se oponga a este principio. En vista del triunfo cada vez mayor, y al mismo tiempo del mal uso, del libre pensamiento y de la libertad (el reino universal de Satanás, lo habría llamado Eliphas Levi), ¿Cómo se va a refrenar el instinto natural combativo del hombre para que no inflija crueldades y enormidades hasta ahora inauditas, tiranía, injusticia, si no es mediante la influencia tranquilizadora de la Fraternidad y de la aplicación práctica de las doctrinas esotéricas de Buda? Porque todo el mundo sabe que la emancipación total de la autoridad del único poder o ley que todo lo penetra -llamado Dios por los sacerdotes, Buda, sabiduría divina e iluminación, o Teosofía, por los filósofos de todas las épocas- significa también la emancipación de la de la ley humana. Una vez liberadas de su peso muerto de dogmatismo, interpretaciones, nombres personales, concepciones antropomórficas y sacerdotes asalariados, las doctrinas fundamentales de todas las religiones resultarán idénticas en su significado esotérico. Osiris, Krishna, Buda, Cristo, se mostrarán como medios diferentes para una y la misma autopista real de la dicha final - el Nirvana. El cristianismo místico enseña la auto-redención a través del propio séptimo principio, el Paramatma liberado, llamado por unos Cristo, por otros Buda; esto equivale a la regeneración, o renacimiento en espíritu, y por lo tanto expone exactamente la misma verdad que el Nirvana del budismo. Todos nosotros tenemos que deshacernos de nuestro propio Ego, el yo ilusorio, aparente, para reconocer nuestro verdadero Yo, en una vida divina trascendental. Pero si no queremos ser egoístas debemos esforzarnos para que otras personas vean esa verdad, y reconozcan la realidad del Yo trascendental, el Buda, el Cristo, o el Dios de todo predicador. Por eso, incluso el budismo exotérico* es el camino más seguro para conducir a los hombres hacia la única verdad esotérica.
Tal como encontramos el mundo ahora, ya sea cristiano, musulmán o pagano, la justicia es ignorada, y el honor y la misericordia son arrojados a los vientos. En una palabra, dado que los principales objetivos de la Sociedad Teosófica son malinterpretados por aquellos que están más dispuestos a servirnos personalmente, ¿Cómo vamos a tratar con el resto de la humanidad? Con esa maldición conocida como la "lucha por la vida" † que es el verdadero y más prolífico progenitor de la mayoría de las desgracias y penas, y de todos los crímenes? Por qué esa lucha se ha convertido en el esquema casi universal del universo? Respondemos: porque ninguna religión, con excepción del budismo, ha enseñado un desprecio práctico por esta vida terrenal; mientras que cada una de ellas, siempre con esa única y solitaria excepción, ha inculcado a través de sus infiernos y condenaciones el mayor pavor a la muerte. Por eso encontramos que la lucha por la vida es más feroz en los países cristianos, más frecuente en Europa y América. Se debilita en las tierras paganas, y es casi desconocida entre las poblaciones budistas. En China, durante la hambruna, y donde las masas son más ignorantes de su propia religión o de cualquier otra, se observó que las madres que devoraban a sus hijos pertenecían a las localidades donde se encontraban más misioneros cristianos; donde no había ninguno...
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* Véase el Apéndice I.
† Ver Apéndice II.
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y sólo los bonzos tenían el campo la población moría con la mayor indiferencia. Enseña a la gente a ver que la vida en esta tierra, incluso la más feliz, no es más que una carga y una ilusión; que es nuestro propio Karma, la causa que produce el efecto, el que es nuestro propio juez -nuestro salvador en vidas futuras- y la gran lucha por la vida perderá pronto su intensidad. No hay penitenciarías en las tierras budistas, y el crimen es casi desconocido entre los tibetanos budistas. El mundo en general, y la cristiandad en particular, abandonados durante 2.000 años al régimen de un Dios personal, así como sus sistemas políticos y sociales basados en esa idea, han resultado ahora un fracaso.
Si los teósofos dicen: "No tenemos nada que ver con todo esto; las clases inferiores y las razas inferiores (las de la India, por ejemplo, en la concepción de los británicos) no pueden concernirnos, y deben arreglárselas como puedan", ¿en qué se convierten nuestras bellas profesiones de benevolencia, filantropía, reforma, etc.? ¿Son estas profesiones una burla? Y si son una burla, ¿puede ser el nuestro el verdadero camino? ¿Debemos dedicarnos a enseñar a unos pocos europeos -alimentados con la grasa de la tierra, muchos de ellos cargados con los dones de la fortuna ciega- la racionalidad del tañido de campanas, del cultivo de copas, del teléfono espiritual y de la formación del cuerpo astral, y dejar a los millones de ignorantes, de pobres y oprimidos, que cuiden de sí mismos, y de su más allá, lo mejor que sepan? Que perezca la Sociedad Teosófica con sus dos desventurados fundadores, antes que permitir que se convierta en una academia de magia y un salón de ocultismo. Que nosotros, los devotos seguidores de ese espíritu encarnado de abnegación absoluta, de filantropía, de bondad divina, como de todas las virtudes más elevadas alcanzables en esta tierra de dolor, el hombre de los hombres, Gautama Buda, permitamos alguna vez que la Sociedad Teosófica represente la encarnación del egoísmo, el refugio de unos pocos, sin ningún pensamiento en ellos para los muchos, ¡es una idea extraña, hermanos míos! Entre las pocas vislumbres obtenidas por los europeos sobre el Tíbet y su jerarquía mística de Lamas perfectos, hubo una que fue correctamente comprendida y descrita. Las encarnaciones del Bodhisattva Padmapani o Avalokiteshvara, de Tsongkapa, y la de Amitabha, renunciaron a su muerte al logro de la Budeidad, es decir, el summum bonum de la dicha, y de la felicidad personal individual, para poder nacer una y otra vez en beneficio de la humanidad. En otras palabras, que pudieran ser sometidos una y otra vez a la miseria, al encarcelamiento en la carne y a todas las penas de la vida, a condición de que, mediante tal abnegación, repetida a lo largo de largos y fatigosos siglos, pudieran convertirse en el medio de asegurar la salvación y la bienaventuranza en el más allá para un puñado de hombres elegidos entre una sola de las muchas razas planetarias de la humanidad. Y somos nosotros, los humildes discípulos de los Lamas perfectos, quienes debemos permitir que la Sociedad Teosófica abandone su título más noble, el de la Hermandad de la Humanidad, para convertirse en una simple escuela de Psicología. No! no! hermanos nuestros, ya han estado trabajando bajo el error demasiado tiempo. Entendámonos. Aquel que no se sienta suficientemente competente para captar la noble idea y trabajar por ella, no necesita emprender una tarea demasiado pesada para él. Pero apenas hay un teósofo en toda la Sociedad que no pueda ayudarla eficazmente corrigiendo las impresiones erróneas de los extraños, si no propagando él mismo las ideas. ¡Oh, que hombres nobles y desinteresados* nos ayuden eficazmente en esa divina tarea! Todo nuestro conocimiento, pasado y presente, no sería suficiente para recompensarles.
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* En las diversas reimpresiones, encontramos dos versiones de esta frase: el ejemplar que poseemos tiene la siguiente, pero conservamos la otra versión en el texto por ser inclusiva y más general:-
"¡Oh! que el hombre noble y desinteresado nos ayude eficazmente en la India en esa tarea divina. Todo nuestro conocimiento, pasado y presente, no sería suficiente para recompensarle". - EDS.
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Una vez expuestos nuestros puntos de vista y nuestras aspiraciones, sólo tengo unas palabras más que añadir. Para ser verdad, la religión y la filosofía deben ofrecer la solución de todos los problemas. Que el mundo esté en tan malas condiciones, moralmente, es una prueba concluyente de que ninguna de sus religiones y filosofías -las de las razas civilizadas menos que ninguna otra- han poseído jamás la VERDAD. Las explicaciones correctas y lógicas sobre el tema de los problemas de los grandes principios duales, lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, la libertad y el despotismo, el dolor y el placer, el egoísmo y el altruismo, son tan imposibles para ellos ahora como lo fueron hace 1880 años. Están tan lejos de la solución como siempre lo estuvieron; pero para estos problemas debe haber en alguna parte una solución consistente, y si nuestras doctrinas muestran su competencia para ofrecerla, entonces el mundo será el primero en confesar que la nuestra debe ser la verdadera filosofía, la verdadera religión, la verdadera luz, que da la verdad y nada más que la VERDAD.
ANEXO I
M. Burnouf ha captado evidentemente el elevado ideal del budismo primitivo, y ve con razón que este ideal es idéntico al de la T.S. Pero no ha aprendido todavía la lección de su historia, ni ha percibido que injertar un brote joven y sano en una rama que ha perdido -menos que ninguna otra, pero gran parte de- su vitalidad interior, no puede sino ser fatal para el nuevo crecimiento. La esencia misma de la posición adoptada por la E.T. es que afirma y mantiene la verdad común a todas las religiones; la verdad que es verdadera y que no ha sido contaminada por las concreciones de las pasiones y necesidades humanas. Pero aunque Teosofía significa Sabiduría Divina, no implica nada parecido a la creencia en un dios personal. No es "la sabiduría de Dios", sino la sabiduría divina. Los teósofos de la escuela neoplatónica alejandrina creían en "dioses" y "demonios" y en una DEIDAD ABSOLUTA impersonal.
[ Extractos de La Sociedad Teosófica: Su Misión y Su Futuro
por H. P. Blavatsky, Lucifer Volumen II, No. 12 Agosto 1888, pp. 427-428. ]
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APÉNDICE II
La "lucha por la existencia" sólo se aplica al plano físico, nunca al plano moral del ser. Por eso, cuando el autor [M. Burnouf] nos advierte con estas palabras terriblemente veraces:
"La caridad universal parecerá caduca; los ricos conservarán sus riquezas y seguirán acumulando más; los pobres se empobrecerán en proporción, hasta el día en que, impulsados por el hambre, exigirán el pan, no de la teosofía, sino de la revolución. La teosofía será barrida por el huracán. . . ."
La Sociedad Teosófica responde: "Seguramente lo hará, si seguimos su consejo bien intencionado, pero que no se ocupa más que del plano inferior". No es la política de autoconservación, no es el bienestar de una u otra personalidad en su forma finita y física lo que asegurará o podrá asegurar el objeto deseado y proteger a la Sociedad de los efectos del "huracán" social que se avecina; sino sólo el debilitamiento del sentimiento de separatividad en las unidades que componen su elemento principal. Y tal debilitamiento sólo puede lograrse mediante un proceso de iluminación interior. No es la violencia la que puede asegurar el pan y el consuelo para todos; ni el reino de la paz y el amor, de la ayuda mutua y la caridad y el "alimento para todos", puede ser conquistado por una política fría, razonadora y diplomática. Sólo mediante la estrecha unión fraternal de los YOES interiores de los hombres, de la solidaridad del alma, del crecimiento y desarrollo de ese sentimiento que hace sufrir cuando se piensa en el sufrimiento de los demás, podrá inaugurarse jamás el reino de la Justicia y de la igualdad para todos. Este es el primero de los tres objetos fundamentales por los que se estableció la Sociedad Teosófica, y que se llamó la "Fraternidad Universal del Hombre", sin distinción de raza, color o credo. . . . . . .
El Espíritu de estos objetivos [de la S.T.] está claramente plasmado en una carta de uno de los Maestros citada en el Mundo Oculto, en las páginas 71 y 73. Aquellos teósofos, entonces, que en el curso del tiempo y de los acontecimientos se apartaron, o se han apartado, de esos objetivos originales, y en lugar de cumplirlos han sugerido nuevas políticas de administración desde las profundidades de su conciencia interior, no son fieles a sus promesas.
"Pero siempre hemos trabajado en las líneas que se nos trazaron originalmente", afirman algunos de ellos con orgullo.
"No lo habéis hecho" es la respuesta de aquellos que saben más de los verdaderos Fundadores del S.T. entre bastidores de lo que ellos saben o sabrán nunca si siguen trabajando en este estado de ánimo de autoilusión y autosuficiencia.
¿Cuáles son las líneas trazadas por los "Maestros"? Escucha las auténticas palabras escritas por uno de ellos en 1880.